Hice unos banderines con cartulina roja y washi tape y al lado puse unos globos del mismo color.
En una mesa aparte, puse el rincón de las chuches. Pinté latas de galletas rojas y otros recipientes los adorné con papel de seda. Al lado de cada uno, con pizarras, escribí lo que eran. Coloqué un árbol de deseos para que los niños escribieran lo que quisieran.
Cómo no, las chuches eran casi todas rojas pero algunas las hice yo: el plato de sushi y las piruletas de nubes.
Los niños tenían que ir con una prenda roja y todos los pasaron genial.
Éste es el árbol de deseos donde los niños escribieron sus mensajes, por supuesto también con tarjetas rojas.
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